miércoles, 2 de mayo de 2012

UNA DE PIJAMAS

Lo de los pijamas es todo un mundo. Sobre todo en los tíos. La mayoría optamos por una opción mucho más "casual" a la hora de meternos en la piltra, calzoncillos y camiseta vieja agujereada y en todo caso descartada para el uso "ultra muros". Pero bueno, esta combinación en precario jamás tendria catalogación como pijama propiamente dicho.
Otra opción que roza el "pijamismo" es el empleo de un chandal también defenestrado para la vida social.
Esta tiene ciertas ventajas notorias; un  elemento a considerar es el elástico del pantalón (a veces incluso reforzado con una cuerdita reguladora. Está mil veces mejor parido que el de ningún pijama, que tras un par de tirones cae en "def con dos", y pareces un matón presidiario de la Wisconsin, al cual se le ha desprovisto del cinturón para que no la lie parda en la celda.
Pero no todos los chándales son válidos para ser reciclados en pijama. El chandal de tactel nuevamente muestra sus debilidades, un tejido ruidoso, antianatómico y nada amoroso, a nadie en su sano juicio se le ocurriría dormir con semejante enjendro (bueno yo lo he hecho- pero no me siento especialmente orgulloso de ello).
Ahí es donde surge nuestro querido chandal low cost de algodón 100 por 100. El correr ataviado como Rocky forma parte del pasado (licras y tejidos técnicos se han impuesto al cerco sobaquero tipo Camacho), pero esos chandales le dan mil vueltas a los absurdos "esquijamas", que contaban con motivos pseudodeportivos. Estos bodrios tenían el mismo elástico deleznable, y jamás pasarían por un chandal, quedándose en un "quiero y no puedo" patético. Simplemente deberían ser borrados de la faz de la Tierra (de hecho ya están en franca decadencia).
Los pijamas propiamente dichos no gozan con mi apoyo, son feos a más no poder.
Los de ositos rosas en las mujeres son verdaderos "matapasiones", las féminas en cuanto pueden nos dan el cambiazo por el camisón y hacen una incursión rápida en la cama en un acto traidor.
Los de raso brillante son más propios de galanes retrógrados tipo "Jose Luis Rodriguez el Puma".
Los de botones siempre los relaciono con personas convalecientes, los botones son un elemento insultante en cualquier prenda de descanso, y solo les encuentro sentido en una ligera apertura de los mismos para ser auscultado por el médico de urgencia.
El ir en pijama por la casa es signo de desidia y holgazanería; en cambio ese chandal venido a menos representa el dinamismo, vitalidad. Uno es incluso capaz de bajar la basura a la calle en segundos..
Por todo ello, cuando me veo orgulloso reflejado en el espejo con mi chandal "Cups" una duda asalta mi mente.¿Por que cojones me habrá regalado mi novia un pijama?.